Ferdinand Ludwig es profesor de tecnologías verdes en arquitectura de paisajes en la Universidad Técnica de Múnich (TUM, por sus siglas en inglés). En 2007, impulsado por su interés en la integración de las plantas en la arquitectura, acuñó el término “baubotanik” como descripción de esta nueva disciplina. Y si hay un ejemplo de este tipo de ingeniería natural son los puentes construidos en la India por las tribus khasi y jaintia, valiéndose de las raíces de los ficus elastica. Estos árboles cuentan con raíces aéreas que los indígenas dirigen por medio de palos de bambú y troncos de palmera. El resultado de esta técnica son puentes autoconstruibles que pueden alcanzar los cincuenta metros de longitud y que sirven a los lugareños para cruzar los numerosos ríos y riachuelos de la meseta india de Meghalaya.
Ahora Ludwig, en colaboración con Thomas Speck, profesor de botánica en la Universidad de Friburgo, ha analizado setenta y cuatro de estas estructuras por medio de miles de fotografías, así como entrevistado a algunos de sus constructores. El objetivo era crear modelos en 3D de los puentes vivos para comprender mejor su diseño y dejar constancia de sus técnicas constructivas, que hasta ahora solo se trasladaban oralmente de una generación a la siguiente.
Los investigadores de este proyecto de construcción han comprobado que se trata de estructuras altamente complejas en las que entran en juego fenómenos como la inosculación, es decir, la unión de dos raíces hasta conformar una sola cuando se exponen a presión. Además, las nuevas raíces se van enredando alrededor de las antiguas, lo que va reforzando el conjunto. Porque los puentes de raíces son infraestructuras que, a diferencia de las construcciones de hormigón, piedra o metal, se van fortaleciendo con el paso del tiempo. Mucho tiempo.
Un pacto entre generaciones
Tal como las construcciones innovadoras creadas por las tribus khasi y jaintia pueden durar siglos, así también requieren décadas y hasta siglos para completarse. Una de las soluciones para este inconveniente es la utilización de estructuras provisionales sobre las que va creciendo el puente definitivo hasta fortalecerse lo suficiente. En todo caso, esta es una labor realizada por una sucesión de generaciones que van legando un patrimonio arquitectónico vivo a sus descendientes. De hecho, cada familia o aldea suele estar al cargo de un puente o varios en concreto, por lo que su mantenimiento constituye un esfuerzo colectivo.
Los impulsores de la baubotanik creen que, en tiempos de calentamiento global, esta es una técnica de construcción ecológica y sostenible que permite dejar un planeta mejor para las generaciones venideras. De hecho, cabría imaginar ciudades en las que la presencia de árboles como elementos arquitectónicos permitirían prevenir la aparición de las islas de calor generadas habitualmente por el asfalto y el hormigón.
Si quieres saber más del proyecto de construcción de Ludwig y su equipo, puedes ver algunas de sus creaciones, tales como el puente elevado sobre troncos de sauces, en este vídeo.
Fuente: Science Daily, I´mnovation